Perdiendo la inocencia de saber y la maldición de saber mucho
- Marco A. Jacinto
- 3 ene 2019
- 2 Min. de lectura
A lo largo de las experiencias en las relaciones amorosas es imposible evitar que te hagan daño y hacerlo tu también, nosotros lo hacemos de una manera en la que no queremos que la otra persona se entere, en lo bueno y en lo malo llámese engaño, infidelidad y también en preparar una sorpresa en un cumpleaños, un regalo o algo que nos haga detectar muy rápido las señales que la otra persona trae algo entre manos, es decir, pasas por mucho pero mucho que vas aprendiendo todos los trucos, todas las maneras en que te pueden ocultar cosas o que te pueden engañar
Vas perdiendo esa inocencia en creer lo que te dicen, no cuestionarte a ti mismo si te mienten o no, a cada situación piensas “y si no es cierto lo que me dice” e inmediatamente hacemos una historia en nuestra cabeza basados en otras experiencias; afortunada o infortunadamente a veces acertamos y es ahí cuando nos lastiman, nos volvemos más duros y sumamos una experiencia más a nuestro conocimiento y perdemos esa confianza de creer en alguien, sé que por principio deberíamos creer si es una relación nueva pero siempre quedan residuos de esas malas experiencias que inconscientemente ponemos un escudo y cuestionamos todo por el miedo de volver a ser lastimados pero no nos damos cuenta que inconscientemente ya nos estamos lastimando al contaminar la mente con pensamientos que en realidad no pasan… pero y ¿si?
Entonces ¿cómo aprender a volver a confían incluso si es alguien nunca nos ha mentido?
Probablemente sea muy difícil pero ahí está la magia de que las cosas funcionen, creer, confiar, dar un salto de fe, entender que (y ya es un cliché) no todos son iguales y ellos y ellas pasaron por experiencias similares o peores pero principalmente no seamos crueles con nosotros mismos, demos la oportunidad y si fallan dolerá, si pero no seremos nosotros quien fallemos, eso nos llenara de orgullo y en lugar de ser crueles, seamos inteligentes.
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